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Identidad: emociones, sentimientos y valores

En el fútbol hablamos de Modelo, o Estilo de Juego, para referirnos a los rasgos y formas de expresión que nuestro equipo lleva a cabo dentro del terreno de juego. Además, corrientes actuales hablan de que ese Modelo o Estilo debe ir en consonancia con las características de nuestros jugadores, como indica Rafel Pol: “…El Modelo de Juego no debería responder únicamente a una idea de juego jerarquizada por el Entrenador, sino que debería partir de las capacidades de cada jugador y los roles que pueden desempeñar los mismos en el colectivo…”

Sin embargo, cuando hablamos de los diferentes Modelos o Estilos: “Estilo o Modelo combinativo”, “Estilo o Modelo directo”… Lo hacemos de forma tan general que podemos pensar que pueden ser reproducidos por equipos diferentes de manera similar y eso no les haría distintivos. Además si tenemos en cuenta el significado de modelo según la RAE: “Arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo” podemos llegar a la conclusión de que esa forma de jugar no nos hace diferentes al resto de los equipos.

La RAE define la Identidad como el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás o conciencia que una persona o colectividad tiene de ser ella misma y distinta a las demás”.

El éxtasis de cualquier entrenador es conseguir que su equipo tenga una identidad propia que lo diferencie del resto. ¿Quién no recuerda al Barça de Pep en los últimos años? Podríamos entrar en la discusión de si los equipos son recordados por lo que ganan, pero más allá de la victoria (que es necesaria para ser distinguido) hay equipos que dejan una mayor impronta en nuestro juego.

Pero esa identidad, tan perseguida, no debe ser la pretendida por el Entrenador, porque entonces será una identidad impuesta, artificial, irreal… Directamente no será identidad. Porque para que sea identidad tiene que salir de uno mismo, de su conciencia, formar parte de su personalidad, de su ser, o en este caso del colectivo.

Citando a Juan Antonio García Herrero en su libro “Esto ya no es divertido”: “…La conducta responsable puede imponerse, aunque esa medida tendrá escaso recorrido si el protagonista no la termina por asumir como propia, y si se impone siempre llega un punto en que pierde su significado, se desvirtúa. Y se desvirtúa porque no llega a formar parte de su Identidad, de su Personalidad…” Continúa diciendo García Herrero: “…Desarrollar la Identidad de un equipo pasa invariablemente por trasladarle el desafío de convertirse en algo diferente a lo que representan en ese momento….”

Conseguir ese culmen no es nada fácil. Como dice el mismo García Herrero: “…Los equipos siempre están más cómodos hablando de lo que hacen que de lo que son, pero lo que son (su identidad) condiciona todo lo que hacen…”

Yo diría que individualmente, a los entrenadores nos pasa igual… Somos capaces de expresar y poner palabras a lo que hacemos, pero nos cuesta reflejar qué somos.

Ese “qué somos” (individual y como equipo) está ligado a nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestros valores… Todo aquello que forma parte de nuestra personalidad. Y un equipo debe pretender llegar a tener su propia personalidad, su IDENTIDAD.

Esto nos lleva a pensar, irremediablemente, que para alcanzar esa IDENTIDAD deben entrar en juego las emociones, los sentimientos, los valores… Es decir, cómo van estar presentes en nuestros jugadores y en el juego. Será imprescindible que formen parte del entrenamiento. Seirul.lo nos habla de las estructuras que configuran a la persona deportista, entre las que están la socio-afectiva, la emotivo-volitiva, la creativo-expresiva, la mental… Todas ellas en estrecha relación con los mencionados sentimientos, emociones, valores que posee el deportista en su personalidad.

Por lo tanto… En cada entrenamiento, en cada tarea, el jugador se expresará en relación a lo que sienta, reflejará la emoción que le transmita dicha tarea, emanará de su personalidad los valores que lo conforman…

Entonces, como consecuencia, parece relevante que como entrenadores debemos plantear tareas cargadas de emoción, de sentimiento, de valores que hagan sentirnos identificados con aquello que hacemos. Es decir, el fin último es conectar la tarea al sentir del jugador, para que quede llena de sentido y forme parte de su ser, de su personalidad individual y colectiva. Como menciona Juan Antonio García Herrero: “…Cuando los equipos conectan con acciones a las que dan un significado especial, aparece la responsabilidad. Empiezan entonces a movilizarse hacia conductas que antes no realizaban y que ahora les vinculan a su identidad…”

Os estaréis preguntando cómo se lleva ésto a cabo en los mencionados contextos de entrenamiento… Pues siento decir que no tengo la solución mágica, que ese es mi nuevo perseguir, mi nuevo camino… Aunque sí tengo mis propias ideas. Por ejemplo, si mi equipo es dominador a través de la posesión, tengo que conseguir que mis jugadores se sientan responsables de mantener dicha posesión, se sientan responsables cuando tengan una pérdida evitable y sufran como colectivo ante pérdidas constantes.

Sirva otro ejemplo: si mi equipo se caracteriza por jugadores con buena actitud defensiva, tengo que conectarles con la necesidad de proteger aquello que nos quieren conquistar (la portería), con la solidaridad que deben de prestar hacia el compañero que tienen a su lado… “… Darle significado a una conducta supone tener una razón para continuar en esa dirección, encontrar un argumento para seguir persistiendo en ella incluso cuando las cosas se tuerzan…” (García-Herrero).

Es común observar cómo los diferentes equipos organizan cenas, barbacoas, etc; cuelgan del vestuario frases de motivación, eslóganes… Todo ésto como medio de cohesión grupal, para generar compromiso, identificación con el equipo…Y digo yo, que si ese compromiso, unidad, sentimiento de pertenencia al equipo y un largo etcétera de valores quiero que se refleje en el partido, será importante llevarlo a cabo en el entrenamiento. No quiero decir con ésto que esos recursos no sean de utilidad (yo mismo los utilizo) pero creo que tendrán mayor transferencia si se dan en el entrenamiento. Que en la tarea sienta la necesidad de ayudar a mi compañero colindante (cobertura), que sienta la responsabilidad de volver ante una pérdida (repliegue)…

Para concluir… Mi Identidad y Personalidad se forjan a través de experiencias vividas, o mejor dicho a través de las emociones y sentimientos que generan en mi dichas experiencias. Esas experiencias por tener un significado especial quedan también en mi memoria o recuerdos. Por ello, considero importante que en el entrenamiento desarrollemos contextos que provoquen experiencias en el jugador, que le permitan a este no solo construir su Identidad y Personalidad, sino además almacenar dichas experiencias en su memoria, para acudir a ella cuando sea necesario en partidos futuros. Sirva como ejemplo este vídeo de la película “Del revés”.

 

Rafa Morales es Entrenador Nacional de Fútbol, Diplomado en Educación Física. Actualmente, Segundo Entrenador del CD El Ejido 2012