Cada jornada echamos manos de las actas arbitrales para recopilar datos de los partidos y para saber por qué se ha amonestado a un jugador, entrenador y personal del cuerpo técnico. Muchos de los motivos son obvios y justificables, pero para sorpresa de todos, hay veces en las que se encuentran amonestaciones sin sentido alguno. Más que sin sentido, por hechos prácticamente inocentes, inofensivos y mínimos. Hechos que hace años pasarían desapercibidos, serían normales y ni mucho menos sancionables. Y es que, parece que hoy en día en el fútbol un entrenador no puede protestar, no puede elevar un poco más su tono de voz, ni puede salirse 5 centímetros de su zona.
El último caso de amonestación nos lo hemos encontrado en el acta arbitral del CD Lealtad – CD Guijuelo. Según el árbitro, el entrenador de los locales, Javier Fernández, fue amonestado en el minuto 89 por el siguiente motivo: “acercarse a mi asistente número 1 y dar una patada al barro con intención de ensuciarlo”. ¿Está el árbitro en la mente del entrenador para saber si lo hizo a propósito de ensuciarlo? ¿Es motivo de amonestación? Una imagen muy parecida vimos en primera división en el encuentro entre el Rayo Vallecano y el FC Barcelona.
En el descanso, mientras todos se retiraban al túnel de vestuarios, Paco Jémez hacía intención de esperar a los colegiado para intentar ensuciarles con el césped moviendo los pies. En este caso el árbitro no registró nada en el acto del partido.
Pero el caso del Lealtad es el último en una larga lista de amonestaciones ‘sin sentido’. El pasado mes de diciembre, Miguel Ángel Portugal, entrenador del Valladolid fue expulsado del encuentro entre su equipo y el Albacete por, según recoge el acta: “dirigirse desde fuera del área técnica al árbitro asistente nº1, realizando aspavientos y a gritos, en los siguientes términos: “¡No puede sacar, hay dos balones dentro!”. Pero, si esto fuera poco, el Comité de competición inhabilitó al míster con dos partidos de suspensión. El propio expulsado, en rueda de prensa reconoció que le tiene “mucho respeto a los árbitros, pero a veces tienen un poder excesivos y eso no está bien”.
Amonestaciones que son un suma y sigue. También en diciembre, Pepe Mel, exentrenador del Real Betis, fue expulsado en el partido frente al FC Barcelona por, según el acta arbitral: “salir de su área técnica protestando ostensiblemente, a viva voz y con los brazos en alto, una decisión mía. Una vez finalizado el partido, observé que dicho entrenador se encontraba en la zona de acceso al túnel de vestuarios saludando a varios jugadores, sin más incidencias que reseñar”.
Según esta amonestación, ningún entrenador tiene derecho a protestar una decisión del colegiado, no puede mostrar su disconformidad y por si fuera poco, tampoco puede esperar a sus jugadores o conocidos en el túnel de vestuarios. ¿Era necesario hacerse eco de este momento de saludos en un acta?
Si en décadas anteriores, todos los árbitros tuvieran que amonestar y expulsar a los entrenadores por sus “aspavientos” y protestas, creo que no veríamos a ninguno sobre el césped. ¿Os acordáis de aquellos tiempos en el que los técnicos corrían por la banda quejándose de las decisiones arbitrales y lo único que se encontraban era un “por favor, contrólese”.
¿Hasta qué punto vamos a llegar si seguimos amonestado a la mínima de cambio? Que yo tenga entendido, un entrenador está para defender a su equipo, para quejarse y ve alguna injusticia o si ve que alguno de sus futbolistas ha sido sancionado sin motivo. Pero visto lo visto, se ve que ya no pueden. Ahora cada jugador que se las apañe como pueda.
Como se puede observar, son expulsiones, amonestaciones y actas arbitrales sin sentido que se dan en todas y cada unas de las categorías de nuestro fútbol. Sea cual sea el equipo, se llame como se llame el entrenador y juegue donde juegue. Está prohibido protestar.
Ahora bien, ¿alguna vez el colectivo de árbitros va a reconocer sus errores y van a ser sancionados por sus errores o por sus aires de mando y grandeza? Porque en este deporte llamado fútbol cada uno de sus protagonistas tiene un papel importante que al unísono lo hacen más grande. Pero sin aires de grandeza, ni de los que juegan, ni de los que controlan el juego.