“El padre de Neymar se enzarza con la prensa en la puerta de un local nocturno”. Esta noticia la hemos podido ver, oír y leer en todos los medios de comunicación durante los últimos días. El padre del astro brasileño se enfadó con la prensa que le preguntaba sobre los rumores del posible fichaje de su hijo por el Real Madrid.
Ante la insistencia de los reporteros, Neymar padre perdió los nervios y empezó a fotografiar a la prensa e incluso llegó a romper una cámara de televisión.
Como era de esperar, al día siguiente todos los medios denunciaban lo sucedido y el FC Barcelona sacaba un comunicado en el que defendía la reacción del brasileño. Evidentemente, las quejas de la prensa no tardaría en llegar.
En este artículo no quiere hacer de abogado del diablo porque entiendo las dos partes, tanto a la prensa como al padre del jugador. ¿Hasta tal punto ha llegado el periodismo deportivo como para insistir en una discoteca al padre de un futbolista? ¿Tanto protagonismo se merece como para darle días y días en los medios? Repito, este análisis no defiende ni justifica la reacción del brasileño. Pero, parte de razón no le falta al pedir que le dejen tranquilo. Al final, era de esperar que tarde o temprano este nuevo periodismo deportivo amarillista tuviera un acontecimiento así.
¿De verdad no somos conscientes los periodistas que nos estamos desviando del verdadero periodismo? Aunque, absurda pregunta la mía. Sólo hay que ver con qué llenan los medios sus espacios: Madrid y Barça. Y ello incluye la vida privada y redes sociales de los jugadores. Minutos que pueden ser de oro para otros equipos o deportes. Pero no, el “periodismo deportivo” se está olvidando lo esencial: deporte, para dar paso al sensacionalismo, amarillismo, prensa rosa y periodismo de bufanda. Este último se merece un espacio aparte.
Esta nueva idea de periodismo, que ellos mismos, los que mandan, se creen que gusta, enseñan a los periodistas del futuro. ¿No hay nadie que se plante y no siga el juego? Sí, los hay. El caso más conocido y por el que no cae bien entre los periodistas es el de Luis Enrique, el entrenador del FC Barcelona que no esconde su descontento, asombro y enfado cuando en la rueda de prensa parece que le están preguntando Sálvame, ¡Hola!, o de la sección de sociedad. Pero claro, si el asturiano no ríe la gracia ni sigue este juego sucio al que hemos llegado, es que a Luis Enrique no le guste la prensa y los odio. Desde mi humilde opinión creo que es al contrario. Sabe lo importante que son los medios de comunicación, pero no de esa manera.
¿No hay nadie en el gremio que se esté dando cuenta que ya se roza lo ridículo y diga “basta”? ¿No hay nadie que sea consciente que los periodistas deportivos son los menos valorados? Pero me da a mí que no, sino más bien al contrario. Orgullosos y si se les dice la verdad, se ofenden. Como aquel periodista de la Cadena Ser Valencia que tras el Valencia – Rayo Vallecano, más que preguntar a Paco Jémez, le dio su opinión envuelta en una bufanda valencianista. Puede que el entrenador le diera una respuesta salida de tono. Pero esto sucede cuando uno se cansa de este tipo de preguntas.
“El periodista deportivo jamás se pone la bufanda y deja sus colores y forofismo fuera mientras ejerce su profesión”. Esta frase que te la marcan una y otra vez en la facultad, se evapora en cuanto entras en un medio y los intereses son otros. Puede que por espectáculo, puede que con dinero. Pero, ¿dónde queda la ética profesional y el orgullo de uno mismo?
Por suerte, aún nos quedan los medios locales, aquellos que ejercen el periodismo como tal, aquellos que a la hora de hablar de sus equipos se centran solamente en lo deportivo, sin envolverlo de espectáculo. Y gracias a este trato, los propios clubes responden de la misma manera haciendo el trabajo de cada uno más llevadero. Claro está, hasta en estas categorías se han dado casos de noticias llenas de amarillismo en las secciones de deportes, pero tanto una parte como otra se han encargado de que no volviera a ocurrir.
Cuando una acude a ruedas de prensa tanto en primera como en Segunda División B enseguida nota el cambio. En la categoría de bronce las preguntas son periodísticas, del partido, sobre los jugadores. Dejando a un lado los asuntos personales de cada uno, dejando a un lado los colores. Quizá, porque entre unos y otros hemos convertido y consentido que el fútbol de élite poco a poco deje de ser menos deporte para ser más espectáculo y negocio.
Precisamente en estos dos últimos aspectos entren los intereses de los medios de comunicación: si tú hablas más y mejor de mí, tendrás tu recompensa: exclusivas, regalos, invitaciones y un largo etcétera. Una práctica que va en contra de los principios básicos del periodismo y que es uno de los primeros puntos en la ética y deontología de la profesión.
Estos son más que ejemplos y la opinión de una servidora que cada vez siente más vergüenza ajena del periodismo deportivo que rodea al fútbol de élite y que disfruta haciendo lo que más le gusta en categorías inferiores y hablando de otros deportes. Por ahí, es donde más se disfruta de esta profesión tan preciosa y que muchos se están cargando, llevándola a lo más sucio.
Sólo espero que de una vez clubes, jugadores, aficionados, periodistas abran los ojos y se planten y volvamos todos a ese periodismo deportivo tan pasional y limpio.