“En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior
habitaba un verano invencible”
Albert Camus
En el fútbol, como en cualquier deporte, la fortaleza mental está relacionada con el rendimiento de forma directa, y podríamos hablar de fortaleza mental como sinónimo de rendimiento deportivo. Esto nos lleva a definir fortaleza mental como la capacidad que posee un deportista para desempeñarse como tal de manera firme en la categoría superior de sus talentos y habilidades, sin importar cuales sean las circunstancias competitivas. En resumen, aprovechar todo su potencial.
El estudio de la mente, el cerebro, el sistema nervioso, nos llega desde hace mucho siglos, cuando se estudiaba la psicología (aún no así llamada) intentando escarbar en la dualidad mente-cuerpo. En términos de neurología y psicología, Descartes, entre otros, fue un adelantado a su tiempo, describiendo con palabras de la época todo el flujo de información del sistema nervioso y el conglomerado de estados mentales que nos llevaban a ser más fuertes, mejores, más precisos…
El futbolista pasa en una temporada por un nivel de estrés en ocasiones insoportable, pues debe hacer frente a convocatorias, competición, lesiones, altercados, decisiones no compartidas o rivalidades con la gente con la que convive día a día. Eso es el deporte, es su día a día, por ello la mentalidad y la fortaleza mental que un futbolista pueda tener, es fundamental para llegar a lo más alto y diferenciarse de los demás.
Pero para que esta fortaleza se implante en la mentalidad del deportista es necesario que vaya acompañado de los siguientes elementos:
Estas cualidades permiten, por ejemplo, un rendimiento deportivo firme y seguro: si estoy convencido de mis objetivos como deportista (compromiso), teniendo claro a qué aspiro y qué significado tiene lo que hago para mí (conocimiento de sí mismo), puedo diariamente poner el esfuerzo para realizar todas las tareas de entrenamiento sin dejarme sobrepasar por la presión del entrenamiento y la competición (control). Para ello necesito creer que tengo la capacidad suficiente para alcanzar las metas o que puedo aprender las destrezas necesarias (confianza) y dejarme guiar por mi objetivo deportivo y encaminar mis esfuerzos de modo eficiente hacia ellos (concentración).
Tres titanes entran en juego y nos retan en el camino para lograr nuestra fortaleza mental como deportistas, hablamos de creencias limitantes, apegos y anclas.
Figura propiedad de DesarrollaTUMente, esquema explicativo del ciclo de transformación de las creencias, mediante herramientas, apegos y anclas
En este artículo nos referiremos únicamente a las creencias, que en solo dos palabras, nos definen como seres humanos, como personas, y por ende como futbolistas. Si seguimos la premisa de Gasset “las creencias son la base de nuestra vida…”, estamos asumiendo que cualquier elemento que venga a atentar contra ellas suponga saltar un precipicio sin ver el fondo. El mero hecho de querer cuestionar una creencia nos hace que el miedo y la inseguridad se apoderen de nosotros. Somos lo que creemos ser, no hay otra…
Desarrollar la actitud de cuestionar nuestras creencias para poder llegar a un rendimiento superior, es acceder al camino de la libertad.
Debemos ser conscientes que modificando nuestras creencias estamos cambiando el curso de nuestro trabajo diario. Tendremos el súper poder de ser los creadores de nuestro propio destino, todos los días, en cada entrenamiento, y al tiempo nos estamos fortaleciendo como personas.
La casuística diaria de un futbolista es una montaña rusa, no importa que seas Messi o juegues en segunda B, todos, absolutamente todos los jugadores pasan por las mismas situaciones, en ocasiones no controlables por ellos mismos, sino que las circunstancias externas les condicionan. Nuevo entrenador, nuevos compañeros, lesión fortuita, cambio de club… Todos los días, cada entrenamiento es una competición.
¿Cómo construimos un jugador fuerte mentalmente? Podríamos aludir a la psicología deportiva básica o el coaching, donde los elementos CONOCER TU ENTORNO, COMPRENDER TU ENTORNO, ACTUAR EN CONSECUENCIA, son las claves para poder enfrentarte a ello.
Pero si nos damos cuenta, estas acciones, son de un nivel más alto que las creencias, apegos o anclas, son acciones, que hay que llevar a cabo, cuando has CONSOLIDADO tu propia forma de pensar.
Una vez que has trabajado tus creencias y has cambiado las creencias limitantes o apegos, las tareas de estudiar a tu entrenador (y por tanto la forma de comportarte con él), a tus compañeros (y por tanto la forma de relacionarte con ellos) al entorno (y por tanto encontrar tu rol en el equipo), se expresan de forma natural.
Ni que decir tiene, que por debajo incluso de este ejercicio (habitualmente hecho con estudio propio o con la ayuda de un coach deportivo), está la comprensión del comportamiento de las personas en base a la NEUROCIENCIA.
Veamos cómo nos podemos liberar de limitaciones mentales, poniendo en la mesa qué capacidades y conocimientos deberíamos tener para ello con un ejemplo.
Caso 1: No convocado
Si aplicamos lo dicho hasta ahora, la no convocatoria supone de forma inmediata una bajada de AUTOESTIMA, MOTIVACIÓN Y CONFIANZA (ver unidad formativa del mismo nombre del curso NEUROCIENCIA APLICADA A LA MEJORA DEL RENDIMIENTO EN EL DEPORTE DEL FÚTBOL de ACADEMIA de BRONCE), dado que el mensaje que el entrenador o staff ha trasladado, es que no eres suficientemente bueno para jugar ese fin de semana.
Bien, si analizamos la situación desde el punto de vista Psicológico y de creencias, si soy fuerte, creo en mis posibilidades y el trabajo realizado durante la semana, no es necesario mirar a una fuente externa (entrenador y staff) para culpar o buscar motivos. Los motivos hay que buscarlos dentro, en mi propio comportamiento. Sería tan malo no pensar en qué ha ocurrido para no estar convocado, como en pensarlo culpando a otros. Se debe reflexionar, calmadamente, tras el partido, cuando se haya pasado el pico de la emoción de ira que se ha presentado, sobre los motivos por los que no he sido convocado, desde el punto de vista personal. Si nuestras creencias, son que somos capaces y estamos a la altura del equipo, la reflexión irá más orientada a la falta de necesidad de mi puesto en el campo para ese partido, necesidad de un mayor esfuerzo en los entrenamientos o simplemente un tema de rotaciones (en categorías inferiores). Sin culpar a ningún elemento externo.
Si deseamos dar un nivel adicional de profesionalidad a nuestras reacciones, y en base a la neurociencia y el conocimiento de las personas, debemos reflexionar, como estos pensamientos positivos, razonamientos, etc, nos da fuerzas extra y motivación para que nuestra motricidad y aspectos sensoriales en los próximos entrenamientos, sean mayores que nunca. Es decir, si nuestro pensamiento está en línea con las necesidades, las órdenes que el cerebro y el sistema nervioso está dando al sistema motor musculo-esquelético, son más potentes, y por tanto más rápidas, es un simple aspecto de conexiones neuronales, del encéfalo hacia los músculos, tendones y ligamentos.
Ahí habremos entrado en el paso de la motivación y creencias potenciadoras, a una MEJORA PALPABLE DEL RENDIMIENTO.
(ver curso NEUROCIENCIA APLICADA PARA LA MEJORA DEL RENDIMIENTO DEPORTIVO EN EL FÚTBOL, de ACADEMIA DE BRONCE).
Ese nivel de conocimiento y comprensión de la situación, nos permite alcanzar nuestro mejor nivel.
Para completar la reacción a este hecho de la no convocatoria, la ACTITUD también debe estar acorde con la reacción positiva y de superación. Comprender por qué el entrenador tomó esa decisión, respetarla, mantener una actitud con él de seriedad, compromiso y respeto, ayudará a resetear el contador para el próximo partido. Ese respeto y comprensión, se trasmite, en gestos, acciones, palabras incluso, el entrenador percibe que puede contar contigo, ese es el momento de estar incluso más dispuesto o disponible, para enviar el mensaje explícito o implícito, diciendo “estoy para lo que necesite el equipo y entrenaré mejor que nunca”.
En términos de emociones, todo es una cuestión de biología. El cerebro es el órgano responsable de controlar y coordinar el comportamiento de un organismo.
Es la mente consciente la que genera nuestras emociones. Las emociones no solo derivan de una respuesta de nuestro cuerpo a las informaciones que le ofrece el medio ambiente. A través del autoconsciente la mente puede utilizar al cerebro para generar moléculas de emoción (técnicamente Neurotransmisores que permiten la conexión de neuronas para crear un pensamiento o acción) y liberarlas al sistema.
En este sentido es importante señalar como deportistas un concepto que es el epicentro de nuestro trabajo de competición y de superación. Se trata de la frustración que experimentamos una gran parte de las veces en nuestra carrera deportiva. Todo gran logro viene acompañado de un gran fracaso. Lo que nos hace grandes no es nuestra capacidad de apreciar los logros, sino la forma de interpretar y afrontar los fracasos. Una serie de descalabros continuados y mal gestionados nos puede hacer sentir frustración y nos induce directamente a un estado de “incapacidad adquirida”. Es obvio que para lograr algo se necesita tiempo y esto es lo que como deportistas necesitamos esencialmente. Tenemos que adquirir nuestro compromiso como profesionales del deporte que somos en invertir tiempo para trabajar y alcanzar resultados óptimos y siempre positivos, sobre todo bajo el lema de todo esfuerzo vale la pena si lo hacemos de forma impecable y en su totalidad.
Volviendo al tema de las creencias, las creencias limitantes son una percepción de la realidad que nos impide crecer, desarrollarnos como personas o alcanzar todos esos objetivos que nos ilusionan. Esta afirmación no es cierta pero nuestra mente la toma como válida y la aceptamos por buena.
Puede ser algo con lo que hayamos convivido desde pequeños o que se haya incorporado en nuestra vida a través de alguna experiencia u opinión. Si nosotros creemos que no podemos el cerebro ya nos predispone para eso. En el fondo también hay una gran parte de miedo por lo que puede pasar, aunque nosotros ya visualizamos el futuro, naturalmente desde la parte catastrófica y pensando en todo lo que nos va a ir mal en vez de todo lo que puede ir bien.
Por lo tanto, podemos afirmar que una creencia limitante es una fuerza poderosa de nuestra conducta ya que limita el aprovechamiento integral de nuestros recursos naturales como personas y como deportistas. A quedado claro que las creencias de nosotros y del mundo que nos rodea afectan a nuestra eficacia y eficiencia cotidiana y en el desarrollo de nuestro rendimiento deportivo.
La instauración de cualquier creencia dependerá de dos factores esenciales en su constitución: la intensidad emocional de la experiencia y su repetición. Sobra decir con esto que muchas de nuestras creencias las construimos en nuestra mente basándonos en cada una de nuestras experiencias y cuanto más se repitan, más arraigadas quedan en nuestro subconsciente, que a su vez hace que las tomemos como ciertas, como dogmas inquebrantables e insustituibles.
En este punto es especialmente importante la actitud como se reciben las críticas del entrenador y compañeros, pues esas críticas se pueden ver como comentarios puntuales, o bien catalogación de nuestras habilidades. Debemos ser conscientes y catalogar las críticas como siempre positivas para poder mejorar y puntuales en casos de estrés colectivo (durante un partido).
Para ello, ante todo, recomendamos plantearnos un plan de acción, metas y aprendizaje si queremos crecer como deportistas y como personas y elevarnos a un nivel superior de consciencia deportiva y personal.
Formarse, esa es la clave para ser un deportista diferente…